15 agosto 2007

Salve

No conozco, o no recuerdo, poemas de la Asunción. Para honrar hoy a nuestra Señora bien vale éste, magnífico, sobre la Anunciación. Su autor, Jaime García-Máiquez:

SALVE

No vine a darle, con palabras bellas,
gratas noticias, eminentes frases,
recitativos o discursos vanos
que la memoria de los hombres canten.
Vine a ofrecerle una existencia oculta
en un poblado totalmente inhóspito
del que no quiero pronunciar su nombre,
en una casa hecha con barro y agua,
pequeña, incómoda, apartada y pobre.
Vine a ofrecerle sufrimiento, llanto,
calumnias, gritos de terror, horrores
que no podría imaginarse un ángel.
Le vine a dar todo el dolor del mundo
a cambio justo del amor más grande.
Entonces ella, que en recogimiento
leía un libro, en un silencio cándido,
se incorporó con lentitud suave,
y estando erguida levantó los ojos
hasta clavarlos sobre mis pupilas
de fuego y sangre, y con la voz quebrada
de quien se piensa eternamente indigna
-lo escuché bien- entonces dijo: Hágase.

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