04 septiembre 2008

Talento

Talento puro, eso es esta última película de los genios de Pixar, que supera a las últimas y se sitúa a la altura de las espléndidas Toy Story 1 y 2.

Tome usted los mimbres más pobres que pueda, a ver qué sabe hacer con ellos. Un planeta tierra deshabitado, sepultado por montañas de basura, inhóspito y altamente contaminado; un pequeño robot basurero, obsoleto y sucio, cuyo esmero limpiador resulta inútil ante la inmensidad de la tarea; una robot de última generación despiadada y fría; y una cucaracha. Y más difícil todavía, prescinda usted del diálogo, vuelva al cine mudo. Pues el resultado que con esos mimbres logran los genios de Pixar es una primera media hora que es una obra de arte: tierna, poética, hilarante y con mucha más miga de la que a simple vista pudiera parecer. Luego vienen los humanos, la crítica al consumismo, el mensaje ecologista (pero de los buenos) y mucho más, también a gran altura; pero lo del principio es de lo mejorcito de los últimos años.

¿La miga? Desde luego, el valor de la amistad, la fuerza arrolladora del amor, el gusto por las pequeñas cosas, la idiocia de la sociedad actual, el heroísmo... Y también inequívocas virtudes cristianas: la inmensidad de la misión, superior a nuestras fuerzas, la dignidad de todas las criaturas, y la santificación por el trabajo.

Vaya, no sé si me he pasado, pero en cualquier caso no os la perdáis.