08 mayo 2009

Igual me equivoco

Ayer, un buen amigo de la carrera con quien he retomado contacto recientemente, me invitó a los toros. La tarde fue tan aburrida que pasamos el rato hablando un poco de todo. Mi amigo es vasco, culto, de una conocida famila socialista de bien azotada por el terrorismo. El paso del tiempo ha provocado que se le caigan las escamas de los ojos: está desengañado de la izquierda, horrorizado con ZP, y tiende al conservadurismo. Y como todos, está exultante con la salida de Ibarreche.

Cuando le comenté mi funesto vaticinio (see below), introdujo una variable no contemplada por mí que me hace reconsiderar mi postura. Me vino a decir que yo tendría razón, que mi pronóstico se cumpliría... si estuviera en manos de ZP. Pero me dijo también que "Pachi todovale" era ya lehendakari, que se había subido en un coche oficial y que de ahí no le bajaba nadie, ni tan siquiera ZP. Que tenía un buen pacto con el PP vasco y que ni él iba a hacer caso a Zapatero, ni el chico este del PP a Rajoy. Que eso tenía pinta de durar.

Si fuera así, la cosa cambiaría. Ojalá.

En todo caso, hemos quedado en fundar el club de fans de Arancha Quiroga (pero fans a lo Super Pop, eh).

06 mayo 2009

Funesto vaticinio

Transcribo un correo que envié a un grupo de amigos el 13 de marzo pasado, con un funesto vaticinio sobre el nuevo gobierno vasco:

"Pachi López es elegido lehendakari con los votos del PP y el voto en contra del PNV. Deja un periodo de descompresión y de lavado de imagen en el que se desactiva políticamente a Ibarreche (entre uno y tres meses) y antes de veranito, mete consejeros del PNV y hace un cobierno de coalición con él de presidente y los votos del PNV en el Parlamento de Madrid.
¿Qué apostáis?
Maquiavélico ZP"


Mis amigos me decían que el PSOE no puede permitírselo, que el electorado no le dejará. Ojalá tengan razón, pero yo me reafirmo en lo dicho, aunque quizás el viraje sea después de verano.

A los pocos días El País sacó este editorial.

05 mayo 2009

Tesituras

A ver cómo lo cuento. Me refiero a mis diversas reacciones psicosomáticas ante la política española. No es que con los últimos años de Aznar estuviese muy feliz, aunque creo que de largo es el mejor/menos malo de los presidentes que hemos tenido en la segunda restauración, pero tampoco estaba especialmente descontento. Luego llegó el bombazo (literal) y la de otro modo inexplicable victoria de ZP. Y empezamos a padecer al personaje. De él hablaré en otra entrada. Durante esa primera legislatura, el cabreo fue inmediato y creciente, hasta llegar a la visceralidad (por mínima simetría, puedo entender los espumarajos del rojerío ante Aznar o Bush). Estaba permanentemente alterado ante tanta mentira, tanto sectarismo, tanto ataque innecesario a todos y cada uno de mis principios, no sólo los religiosos. Pero tenía una esperanza: había ganado por el 11-M y sería una efímera pesadilla. Al final, la gente se daría cuenta de la calaña del personaje.

Pero va el tío y gana de nuevo. Por mérito suyo, por incompetencia de Mariano (two times loser, como sentenció The Economist), por la conjuración judeo-masónica, porque si la prensa, porque somos un país de m., por culpa nuestra. Igual da. Entonces, por simple profilaxis y por salud mental decido constatar que no me afecte. Y me paso al pasotismo. Vosotros lo habéis querido. Le habéis votado, pues allá vosotros, que yo tengo carrete para aguantar. Ahorraré menos, pero este tío y este país no me amargan a mí la vida. Dicho y hecho: apagón informativo. No ver la tele, saltar cuidadosamente las páginas políticas de los periódicos, ni una tertulia. Sólo Radio Clásica, blogs y revistas extranjeras. Si no en mi ciudadela, al menos sí en mi torre de marfil.

Pero la cosa no funciona. No vivo instalado en el cabreo visceral, pero tiendo a caer en la melancolía. Muy a mi pesar, constato que sí me afecta. O quizás afortunadamente porque, si funcionase, acabaría preocupándome por mi epidermis paquidérmica. Y además tengo mala conciencia por mi pasividad.

Así las cosas, cosa está en es saber si, con la que está cayendo, estoy ante un tertius exclusus: o cabreado o triste. Sí, ya se que no hay que caer en la tentación de la desesperanza y que al final la victoria está garantizada, pero el día a día qué. Por tanto, en lo que estoy ahora es en la búsqueda del tertium genus, que no puede ser otro que el combate desde la alegría, el optimismo y el buen humor… sin caer en la estulticia.

04 mayo 2009

Optimismo

En estos meses de blog durmiente (gracias, Saki, por tu interés), ha habido de todo. Excelentes noticias (la mejor, el nacimiento de Pablo), noticias malas que no me apetece comentar, hastío infinito por la política, fervor por los españoles de ultramar (con viaje relámpago a Bogotá), emoción con Slumdog Millionaire, aburrimiento con la prensa, poca lectura de libros y admiración por el talento de los blogs de mis amigos/conocidos/saludados. El silencio no ha sido premeditado. Unas veces no sacaba el momento y otras me venían a la mente posts cabreados o pesimistas, y no me parecía razonable contaminar la blogosfera con ellos, que buena está cayendo ya.

Así que ahora, con la crisis galopante, la gripe mala sacudiendo, el Parlamento haciendo el ridículo y el Madrid vapuleado, me conecto de nuevo para decir que hace un sol radiante, que el campo está precioso, que la familia y los amigos son lo mejor que hay, que el buen Dios un año más ha resucitado y que, esta vez sí, voy a bajar mi handicap.